Sólo un pasajero más

Casi no soportada por si misma, la ciudad se circula; se recorre a si
misma.
Cada punto de ese dibujo que se llama Santiago, teje el contenedor
de las almas. En aquel cuarto donde duermen las fantasías y suenan
las voces de los habitantes.
Ellos raspan en su caminar surcos de monotonía y esfuerzo que
abren espacios donde caen
las esperanzas y brotan desilusiones.